SI YO FUERA EL REY

Viernes 22 Marzo 2013

                                                      SI YO FUERA EL REY.

Anoche tuve un sueño y como lo considero interesante y, además, de actualidad, voy a tratar de narrarlo, tal y como lo soñé: Lo primero que hice, ese día, fue mandar a hacer puñetas a los diversos jefes de mis casas y convocar una rueda de Prensa, en el Palacio Real; no exigí acreditación alguna, bastaba con que fuera periodista. Si, ya se, vendrían muchos, pero el Palacio es grande y hay sillas para todos. Daba gusto ver tanta gente y todos tan anhelantes.

Comencé por hacer entrar a un sanitario, para me extrajera unas gotas de sangre y las mostrara a todos y así podrían comprobar que mi liquido sanguíneo era tan rojo, como el de cualquiera de ellos y no azul, como dicen por ahí, creyéndonos tontos. Les diría, a continuación, que yo soy un ser humano, que tengo mujer y con ella unos hijos; que estas, las hijas, han traído a casa a unos yernos, mientras que el varón me trajo una nuera y que luego, todos, como es lógico y natural, me trajeron unos nietos y nietas, ante los que, como a cualquier abuelo, se me cae la baba; añadiría que, como cualquiera, también tengo mis debilidades y para dejar las cosas muy claras, haría constar que en la elección de pareja de cada uno de mis hijos, nada tuve que ver, limitándome a dar un consentimiento a algo que ya estaba decidido...vamos, como cualquier padre.

Les diría que, con apenas doce años, me "arrancaron" de mi familia para traerme a un país que amaba como se aman los sueños de niño, pero que me era extraño en su interior. Vine, pasé por todo lo que me hicieron pasar; hice cosas sin gustarme, pero que eran necesarias, me decían, para el día de mañana. Viví y conviví con extraños, siempre lejos de los míos y, obviando la narración de cosas que harían interminable esta intervención, juré unas leyes, que repudiaba desde mi interior, pero el sacrificio también era necesario.

Tuve todo el poder, las leyes que con tanto "asco" había jurado, me hacían General en Jefe de unos ejércitos, que en su fidelidad, me hubieran seguido a donde fuera...Renuncié a esto; en un salto muy torero salté sobre mi juramento y me sometí a una Constitución que hizo de mí, lo que soy, un Rey, a veces decorativo, que es llevado de aquí para allá, abriendo siempre puertas, mucho tiempo cerradas y representando una Institución que ha dado lustre al nombre de España, como no lo ha hecho nunca ninguna otra...

Después de esto, una ovación cerrada, quizás como no había oído nunca el propio Rey, me despertó y esto  me impide el poderles contar que otras cosas podrían haberse dicho, pero si puedo decir, como resumen de lo que soñé, que el Rey, como hombre, como padre y como abuelo, ha hecho, desde su criterio humano, lo mismo que cualquier otro hombre, padre o abuelo

¡Ah! Y que conste que no pretendo aconsejar, digo nada más.