FRANCISCO, ALEGRE...Y ¿QUÉ?
¡Ya tenemos Papa! ha tomado el nombre de Francisco por aquel Santo que amó a los pobres y a las florecillas del campo. Parece alegre o, al menos, esa es la primera impresión que hemos percibido todos desde sus primeras palabras... ¿Y qué?, despejar esta interrogante es, creo, el primero de sus desafíos.
La Iglesia Católica y con esto no descubro nada nuevo, está perdiendo a su grey a pasos agigantados y no lo está haciendo por presiones de otras creencias ni nada que venga de su exterior. Lo está haciendo por sus propios errores y sin poder culpar a los ejércitos del "diablo".
La Iglesia Católica, en su interior, esta fosilizada, sus estructuras son obsoletas y los fieles, cuando elevan sus ojos a ella, no ven nada más que pompa y boato; sus estrecheces no solo morales, si no también éticas e incluso estéticas, son tantas que da la sensación de que sus dirigentes solo saben mirar hacía dentro. Necesita abrir sus ventanas, pero más que abrir celosías, creo que lo que necesita aperturas son sus mentes.
Los Papas que, hasta ahora, han dirigido la Iglesia se han llegado a creer que cuando se acercan al pueblo y este los aclama, es porque esa gente los ama y ama lo que dicen representar y nada más lejos de la realidad. El pueblo, ese pueblo que visitan, es idólatra, como lo eran los que adoraron el Becerro de Oro y en su idolatría se hace, masa, además, manejable; pero cuando pasa la marea y esa masa se va individualizando surge la pregunta,..¿Y ahora qué?
¿Francisco va a dejar de apoyarse en "bastones"? que cada vez que un Papa sale necesita de dos o tres Cardenales que le vayan sosteniendo; los Papas son mayores, eso es evidente, pero mayores que ellos los hay a cientos, sin más apoyos que sus propias piernas. Y digo esto por aquello de la pompa y el boato, que no es, precisamente, de lo que la gente más gusta. La gente necesita de un pastor que sea, además, pastor de pastores, ya que de nada sirve la humildad de la cabeza, si no es también humilde el resto del cuerpo.
El Papa, el nuevo Papa, ha tomado un buen precedente en el Santo de Asís y sus primeros gestos nos han venido a mostrar que es, de por si, alegre, ahora solo nos falta que, incluso soportando dudas sobre sus conductas anteriores, sea para la Iglesia Católica lo que la Iglesia más precisa: apertura al exterior y que en el Vaticano y en sus aledaños entren nuevas corrientes...y así es hasta posible que un día, que no sea muy lejano, podamos exclamar: Francisco, Alegre...¡Olé!.
¡Ah! Y que conste que no pretendo aconsejar, digo nada más.
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