Erase una vez un pueblecito pequeño, aunque no tan pequeño como para no poder albergar a más de cinco mil habitantes, que en algunas épocas del año podían aumentarse en algunos cientos. Su situación privilegiada, con grandes arboledas en sus proximidades y con tierras que, aunque de secano, les permitían cosechar algarrobos y naranjos. Sus habitantes eran felices, pues aunque el pueblecito no tenía Escuela de Primaría, sus "hados" les habían dotado de la necesaria "carroza" y los niños se desplazaban hasta el Colegio más próximo, distante a unos seis kilómetros, haciendo uso de dicho vehículo.
Pero un mal día, sus "viejos hados" perdieron su influencia y los "ogros" en el poder, decidieron que el coste del medio de transporte era muy costoso y que había que suprimirlo. Así lo hicieron, sin tener para nada en cuenta los kilómetros que tendrían que hacer aquellos niños, ni las inclemencias que soportarían en algunos meses del año...
Hasta aquí era un Cuento, pero ahora da comienzo la realidad y esta no es otra que los padres de esos niños no están dispuestos a lo que, a todas luces, consideran una injusticia; protestan, pero ni caso y entonces las madres recurren a la heroica y se crean su Calendario Erótico. Posan mostrando desnudeces, pasan por esa vergüenza, pero consiguen vender los ejemplares suficientes como costear un Autobús que traslade a sus hijos al Colegio.
Ante este hecho, habrá múltiples y variadas opiniones; las habrá de elogio y también de insulto, pero a mi, personalmente, me trae a la memoria aquellos versos del "Piyayo", que me recitaban siendo yo un niño, "A chufla lo toma la gente, pero a mí me da mucha pena y me causa un respeto imponente".
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