Jueves, 27 Diciembre 2012
No me gustan nada los Nacionalismos, claro que, a decir verdad, me gustan aun menos los Centralismos. Que un señor, sea la que sea su región, esté orgulloso, por ejemplo, de sus ojos achinados y de su nariz aguileña, pues me parece bien, es lo suyo y como suyo tiene que conservarlo. Que otro, también del cualquier región, arrastre les erres al hablar y las convierta en eses, pues mira que bien, si hasta puede resultar gracioso y digno, por supuesto, de de que, quienes así hablan, defiendan sus eses y las lancen al viento con la galanura de que dotan a todas sus cosas. Que otros tengan como único patrimonio el haber prestado sus llanuras a las andanzas egregias del Quijote. pero defiendan este patrimonio como lo hubiera defendido el propio Don a Alonso, pues mire usted que bien.
Que cada cual defienda los rasgos más característicos de su linaje, me parece justo y loable, de ahí que no me caigan nada mal los Nacionalismos, siempre y cuando para defenderlos no se recurra al "A capa y a Espada".
Por el contrario el Centralismo, por lo general, no defiende nada y, sin embargo, lo quiere acaparar todo y es, aun peor, que no se conforme con acapararlo, sino que además quiere cambiarlo, desea acabar con los ojos achinados y las narices aguileñas, lo mismo que con el cambiar las erre en eses. Ellos, los centralistas, lo quieren todo a su imagen y semejanza y, a mí, personalmente, eso ya no me gusta tanto
Prefiero que cada cual sea tal y como se siente, respetando, como es lógico, lo que cada uno de por si siente.
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