QUE DECEPCIÓN SEÑORA MATO.

Transcurrieron los años y como todo evoluciona en la vida, evolucionó, también, la mujer, la cual empezó a cobrar protagonismo en la vida y, por supuesto, dentro de la institución del matrimonio, o de la pareja, que para el caso es lo mismo. Empezó a dejar de ser "la sombra" que deambulaba por la casa, sin parar un instante y tomando lo que le daban, sin apenas preguntar ni de donde ni como venían los dineros al hogar, ella administraba, si la dejaban y si no tampoco.
La mujer tomó su sitio y en el domicilio empezaron a verse dos, más la prole si la había, y desapareció la sombra que un día fue. Todo, en los nuevos tiempos, se hacía al unísono y yo, la verdad, me alegraba de las conquistas de las hembras.
Pero mire usted por donde, Señora Mato, que usted me ha causado una profunda decepción y no por las posibles "faltas" en las que haya podido incurrir, que esas ya las aclararan los Jueces, si es que les llegan; me ha decepcionado usted porque, de pronto, he vuelto a encontrarme ante la mujer que ni se entera de los que pasa en su hogar; ni pregunta que hace aquel Jaguar aparcado día a día a la puerta de sus casa, ni mucho menos trata de averiguar de donde salen aquellos dineros que pagan costosos viajes... No me diga Señora Mato que no es decepcionante. A mi, personalmente, como vulgarmente se dice, "Se me han caído los palos del sombraje".
¡Ah! Y que conste que no pretendo aconsejar, digo nada más
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