SUBIR A LA CALLE
Aparte del hecho, enorme por otra parte, de que hoy la Iglesia se quede sin Papa, tras su simbólica y anunciada "muerte", yo voy a enfrentarme a mi gacetilla diaria tratando de reivindicar lo que, a mi modo de ver es una injusticia, durante la "tira" de años promulgada y consentida: "El político debe bajar a la calle". ¿Y por qué no subir? la calle no es pueblo y el pueblo soberano...no será, entonces, quien está puesto ahí por los votos de soberanía popular quien ha de responder a sus votantes y no sus votantes a el.
Si, ya se que muchos de ustedes me dirán que "subir" o "bajar" no dejan de ser vocablos comúnmente aceptados, pero ahora que tanto está cambiando todo, no creen que es, también, el momento de cambiar ciertas palabras. Mismamente, en los días anteriores, no se hablaba de otra cosa en este País que de las andanzas del dos veces "popular" Bárcenas... ¿Y qué ha pasado? que el "acusado" se ha vuelto "acusador" y tras su demanda todo el mundo ha callado; ha desaparecido de las Portadas y el Partido Popular todo el mundo calla.
Y la calle ha de esperar que nuestros gobernantes se dignen dar las oportunas explicaciones, cuando a ellos les apetezca y tengan preparados sus "chivos expiatorios". Y lo peor de todo es que también la oposición ha callado, acuciada por otros problemas que, sin dejar de tener su importancia, no alcanzan, ni con mucho, el cúmulo de "trapacerías" con que el Partido Popular nos está obsequiando, cuya sede, en la calle Génova, alberga el nido de la mentira continuada.
Y con todo esto que está pasando, creo que se puede afirmar que es la calle, el pueblo, quien está en lo más alto y la Política y sus representantes en la más baja de las simas. De ahí, insisto, que quienes nos gobiernan deban Subir a la calle y, una vez en ella, empaparse bien de todo aquello que el pueblo siente.
Para ser "cualquier" cosa en este País hay que hacer una oposición previa, una oposición que la mayoría de las veces no es nada fácil y que resulta, además, bastante costosa. Para ocupar cargos en el Gobierno no es necesaria oposición alguna, basta con que el "dedo" del jefe lo designe y ya tenemos al, tantas veces inepto de turno, diciendo como debemos comportarnos...Y si alguien me dice que antes de llegar a "jefe", este ha pasado por unas elecciones, en la mayoría de los casos, se le podrá decir que las gano a base de mentiras. que algunos llaman incumplimientos y otros "haber cumplido con su deber.
¡Que suban a la calle y que den las explicaciones debidas!
¡Ah! Y que conste que no pretendo aconsejar, digo nada más.