lunes, 11 de febrero de 2013

QUE DECEPCION SEÑORA MATO

Lunes 11 Enero 2013.

                                   QUE DECEPCIÓN SEÑORA MATO.

Déjeme usted que le cuente: Desde mi más tierna infancia he sido un gran admirador de la mujer, vaya usted a saber si estuve enamorado de mi niñera, pero el caso es que yo las admiraba, si bien no estaba muy de acuerdo con la sumisión que ante sus maridos mostraban. No me gustaba, para nada, aquello que se decía entonces: "La mujer, sumisa y de pata quebrada", me sublevaba la frase y aun más la practica. Pero los tiempos eran así y era lo que se llevaba. Hasta tuve un compañero en la "mili" que había "repudiado" a su mujer, la misma noche de la boda, tan solo porque cuando el entro en la habitación, ella le esperaba en la cama, ligera de ropa y se "atrevió" a decirle, venga, "a ver como te portas". ¡Que burro eres! le decía yo, pero al murciano no se cansaba de decir que el quería una mujer y no "una fulana"
Transcurrieron los años y como todo evoluciona en la vida, evolucionó, también, la mujer, la cual empezó a cobrar protagonismo en la vida y, por supuesto, dentro de la institución del matrimonio, o de la pareja, que para el caso es lo mismo. Empezó a dejar de ser "la sombra" que deambulaba por la casa, sin parar un instante y tomando lo que le daban, sin apenas preguntar ni de donde ni como venían  los dineros al hogar, ella administraba, si la dejaban y si no tampoco.
La mujer tomó su sitio y en el domicilio empezaron a verse dos, más la prole si la había, y desapareció la sombra que un día fue. Todo, en los nuevos tiempos, se hacía al unísono y yo, la verdad, me alegraba de las conquistas de las hembras.
Pero mire usted por donde, Señora Mato, que usted me ha causado una profunda decepción y no por las posibles "faltas" en las que haya podido incurrir, que esas ya las aclararan los Jueces, si es que les llegan; me ha decepcionado usted porque, de pronto, he vuelto a encontrarme ante la mujer que ni se entera de los que pasa en su hogar; ni pregunta que hace aquel Jaguar aparcado día a día a la puerta de sus casa, ni mucho menos trata de averiguar de donde salen aquellos dineros que pagan costosos viajes... No me diga Señora Mato que no es decepcionante. A mi, personalmente, como vulgarmente se dice, "Se me han caído los palos del sombraje".
¡Ah! Y que conste que no pretendo aconsejar, digo nada más

             

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